Este Cristo que vemos está en Lima, vino hace poco de Cajatambo, donde permaneció en el seno de una familia cajatambina (Céspedes, Leyva, Solís y Fuentes Rivera Solís), generación tras generación, por un tiempo aproximado que supera fácilmente siglo y medio. Según el seguimiento realizado proviene de Sevilla, de la escuela de Martinez Montañés(*).
Una vez más le rindo mi homenaje y le reitero mi fe y mi devoción
En Cajatambo, durante el virreynato, los sacerdotes encargados de catequizar, es decir de instruir a los habitantes de esta antigua jurisdicción con la doctrina de la Iglesia Cristiana Católica, tuvieron una ardua labor. Difícil la tarea de enseñar una nueva religión, y muy especialmente en la zona de Cajatambo como lo han referido historiadores y antropólogos ( Pierre Duviols, Juan Carlos García Cabrera, Román Robles Mendoza, etc.) porque abundaban las actividades consideradas por los catequizadores como "ofensas a Dios", tales como las brujerías hechicerías, idolatrías espiritismo, curanderismo, etc. las mismas que habían sido prohibidas como primera medida. Pasada esa etapa de resistencia con el paso del tiempo, el crecimiento de la población inmigrante y mestiza, la fe católica fue calando progresivamente hasta convertirse en la única y de profundo significado para la población cajatambina, de modo tal que cada pueblo está bajo la advocación de un "Santo Patrón" como María Magdalena, San Agustín, Virgen del Carmen, Virgen de la Candelaria, Santiago Apóstol, etc., y cuyas fiestas se celebran con gran algarabía.
Sin embargo, hoy en día los seguidores de Martín Lutero inicialmente sacerdote católico,quien renunció a la iglesia porque le negaron el negocio de la venta de indulgencias y, fundó la propia conocida como protestante o evangelista, están tratando de penetrar, pero el pueblo va dándose cuenta que su carácter inicial de negocio subsiste, pues les cobran una mensualidad a sus seguidores ya fanatizados ( por cada cien nuevos soles de sus ingresos deben entregar diez, bajo amenaza de infierno).
(*)Pero si importante es su labor sevillana, no lo es menos su obra en América. Juan Martínez Montañés fue el escultor más importante para la América española del siglo XVII. Lima fue el centro montañesino por excelencia y desde allí su influencia se extendió al interior de todo el Virreinato, donde sus esculturas sirvieron de modelo para las tallas de los Crucificados.
«Esta es, quizá, la mayor y más trascendente de las importancias que pueden concederse al arte de Montañés en América, la de haber influido con sus creaciones a toda una generación y lograr, a través de sus obras y discípulos activos en el Perú, que casi todo el continente Sur se exprese plásticamente en las inconfundibles características de su arte» (Bernales Ballesteros).