Esta última de las mencionadas nos merece unas lineas, por su alto espíritu de colaboración, por su apego al trabajo, su honestidad. Su nombre es Patrocinia, natural de Utcas. Trabajó hasta los años 50 del siglo pasado, al lado de la Sra. Sabina Leyva. Patuca tuvo cuatro descendientes: Antonia llegó a ser negociante mayorista en la antigua Parada, Silveria, de singular belleza, salió de Cajatambo dejando acongojado a más de uno, Serapio que murió en un accidente, y Egustalio, que aprendió a reparar cocinas a gas de kerosene.
En las chicherías no solo se vendían productos elaborados por las dueñas del establecimiento sino por otras personas, quienes oportunamente solicitaban turno en las respectivas chicherías. Estas tiendas eran muy solicitadas y funcionaban prácticamente todos los días, por la gran demanda de la chicha, que se empleaba para asentar la comida en las viviendas, en la celebración de fiestas, cumpleaños y otras actividades sociales, en los centros de trabajo como eran mayoritariamente las chacras, donde existía la obligación de dotar al peón de su respectivo porongo de chicha, para que aplaque la sed durante sus labores.
Siendo este producto de mucha demanda, pues en todo el pueblo habían veces en que se expendían la chicha en unas 15 o más tiendas a la vez. Entonces había mucha población en Cajatambo, todas las casas estaban habitadas y cada una de ellas con 6,8, ó 10 personas. Cada matrimonio tenía por lo general entre 5 y 8 hijos.
Siendo así esta actividad de la venta de la chicha había que pagar impuestos por cada barril de este producto en venta. A este pago le llamaban CISA y se cancelaba en la Caja de Depósitos y Consignaciones, Departamento de Recaudación. Al crearse el Banco de la Nación, esta entidad asumió tal función de recaudación.
Con la llegada de la carretera, la emigración de la población, el abandono de las chacras, la la gradual disminución del cultivo del maiz, la llega en cada fiesta de paisanos co nuevos hábitos etílicos, la inundacion del mecado con cerveza y otros licores, y otros factores, el consumo cotidiano de la chicha en el pueblo fue disminuyendo hasta desaparecer. Hoy se prepara esta bebida en contadas ocasiones y en poquísima centidad.
Con la llegada de la carretera, la emigración de la población, el abandono de las chacras, la la gradual disminución del cultivo del maiz, la llega en cada fiesta de paisanos co nuevos hábitos etílicos, la inundacion del mecado con cerveza y otros licores, y otros factores, el consumo cotidiano de la chicha en el pueblo fue disminuyendo hasta desaparecer. Hoy se prepara esta bebida en contadas ocasiones y en poquísima centidad.
1 comentario:
Solo nos queda recuerdos maravillosos de aquellos tiempos.
Yo recuerdo que mi mamá Olga Requena mandaba moler la jora y maíz para la chicha en el molino de piedra que funcionaba con el agua del río.
Habían tres molinos, en estos se molian trigo para los bollos y semitas que mi madre preparaba
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