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Los hermanos
cajatambinos Pedro, Guido y Apolonio Yanac, ascendieron al pico del Nevado
Huascarán, encabezando un equipo conformado, además, por los hermanos
huaracinos Mautino y Angeles.
El Diario
El comercio dio cuenta de esa proeza en su oportunidad y hace poco lo recordó
como vemos a continuación:
Los hermanos que
conquistaron el Huascarán
9:40 La
primera expedición peruana que coronó el nevado, liderada por los hermanos
Yanac, fue auspiciada por El Comercio. La ascensión, hecha en 1953, fue un
acontecimiento naconal.
Por
Carlos Batalla
La
ascensión al Huascarán se planificó con tiempo y se hizo en homenaje al
aniversario patrio. El Comercio designó a César Morales Arnao,
su corresponsal en Huaraz, como director técnico de la expedición.
Lamentablemente, él no pudo escalar como hubiese querido debido a una lesión en
un pie. Pero todo estaba preparado para que los hermanos Yanac y su equipo
asumieran el reto el sábado 1 de agosto de 1953. Desde la localidad de Mancos,
a 7 kilómetros de Huaraz, seis expedicionarios se encaminaron hacia el punto
más elevado del nevado andino.
Apolonio,
Guido y Pedro Yanac, Fortunato y Felipe Mautino, y Macario Ángeles fueron los
experimentados escaladores. Varios de ellos ya habían participado en proyectos
similares con equipos extranjeros. Pero esto era distinto. Era la primera vez que
se juntaba un grupo de peruanos para conquistar su propia montaña, la más alta
del país.
A las
ocho de la mañana iniciaron la marcha. Desde Mancos, con catorce acémilas
cargadas con carpas, mochilas, colchones de aire y el equipo indispensable,
arribaron a la estancia de Musho, desde donde subieron hasta los cinco mil
metros de altura. Los acompañó hasta ahí el corresponsal Morales Arnao.
Ubicados
literalmente en las faldas del Huascarán, dejaron las acémilas y se dividieron
el equipaje. Los relojes marcaban la una y media de la tarde, y se dirigieron
al campamento-base, ubicado en el glaciar Raimondi. Desde allí marcharon el
domingo 2, a media mañana. Mientras tanto, Morales Arnao regresaba a Mancos,
donde había de declarar que el equipo de escaladores estaba bien y que en dicho
campamento-base permanecería un grupo de auxilio.
El
corresponsal de El Comercio detallaba, además, que el equipo
estaba atado a una cuerda de enlace, que encabezaba Apolonio Yanac, al cual
seguían Fortunato Mautino, Guido Yanac, Macario Ángeles, Pedro Yanac y Felipe
Mautino.
LAS
PRIMERAS LUCES
A las
siete de la noche irrumpió la primera señal luminosa acordada. “Todo marcha
bien, avanzamos sobre terreno plagado de grietas profundas, a las 5 p.m. de hoy
establecimos nuestro vivác a 5.700 metros de altura, mañana trataremos de
llegar hasta el pie de la garganta”. El código lumínico hablaba por sí solo.
Estas
luces tan significativas se vieron también en Yungay y Ranrahirca, lo cual
tranquilizó a la comunidad que seguía la escalada. El Comercio no
dejaba de informar, y ya para el lunes 3 había dedicado notas y crónicas con
una amplia cobertura gráfica. Casi todo el Perú sabía quiénes eran los
valerosos andinistas que habían asumido el reto de conquistar el Huascarán.
Pero la
travesía no era fácil. Ese lunes solo avanzaron doscientos metros. Precipicios
y grietas acompañaban el recorrido. Pese a ello, los intrépidos andinistas no
cejaron en su empeño. En Mancos y en Yungay, el Decano había instalado en los
locales municipales dos grandes telescopios para que los vecinos pudieran
seguir el trayecto de los montañistas.
Ya
estaban al borde de los seis mil metros de altura. Morales Arnao informaba
sobre los avances y no dejaba de indicar el peligro latente en la aventura. “A
la 1 de la tarde iniciaron el ataque a la muralla que da acceso a la garganta”,
advertía. Para hacerlo tuvieron que utilizar sus grampones y picotas, puesto
que ya no tenían las clavizas, especie de clavos para picar el hielo y usarlos
como escalera, indicaba Morales Arnao en su nota del martes 4.
El riesgo
era enorme. Un mal paso, un descuido o un gesto de cansancio en ese trance
hubiese cobrado la vida de cualquiera de ellos. Tres horas duró la angustia y
la lucha contra la naturaleza hasta que se logró superar la inmensa muralla.
En Mancos
y Yungay percibieron, a las siete y cuarto de la noche, los avisos luminosos de
la expedición. Pero no solo eso: también observaron los pobladores un cohete
con una luz blanca, que los hermanos Yanac habían lanzado como si fuese una
estrella fugaz. Estaban en la zona de la garganta del Huascarán y al día
siguiente acometerían la cumbre sur.
EN LA
ANSIADA CIMA
Y la meta se cumplió
al día siguiente, el
martes 4, poco antes del mediodía. El pico sur, el más
elevado, fue vencido. Primero
llegaron los tres hermanos Yanac y Fortunato Mautino, quienes colocaron en la
cima, por primera vez en la historia, una bandera peruana. La emoción de verla
flamear fue indescriptible. Esperaron unos minutos a los rezagados, Felipe Mautino
y Macario Ángeles, y juntos cantaron el himno nacional. “La visión —cuenta
Fortunato Mautino— era impresionante”.
Apolonio
Yanac confesó a El Comercio que colocaron en la nieve “las
seis piezas de madera que llevábamos para el asta y plantamos la bandera con
gran emoción, flameando nuestro pabellón a gran altura y con enorme majestad.
Nos abrazamos alborozados”. Los Yanac y sus
colaboradores lograron llegar a la meta en tres días. Todo un récord.
VIAJE DE
RETORNO
El
descenso fue lento. El miércoles 5 bajaron por la garganta, pero se les perdió
de vista. La noche anterior los andinistas no habían hecho las señales de
luces, lo que preocupó en un principio a pobladores y autoridades. Pero nunca
se perdió la confianza. En la tarde se los pudo divisar nuevamente mientras
bajaban del nevado a paso firme.
La expedición, cuyos miembros pertenecían al
Grupo Andinista Cordillera Blanca, llegó a Mancos el jueves 6 antes del
mediodía. Los seis retornaron como vencedores y fueron llevados en hombros
hasta el local municipal, donde el corresponsal de El Comercio y
organizador de la expedición, César Morales Arnao, los presentó como lo que eran:
un puñado de peruanos ganadores.
Se
arrodillaron delante de la iglesia matriz y agradecieron al Señor de la Soledad
por el éxito. Con ayuda del telescopio de El Comercio, los seis
pudieron ver la misma bandera que dos días antes habían izado en la cumbre más
alta del país.
Mucho
afecto, respeto y admiración recibieron también en Carhuaz y Huaraz. Serían,
por mucho tiempo, los héroes del pueblo peruano.
En este blog, al servicio de Cajatambo, reiteradas veces hemos resaltado el honor y prestigio alcanzados por los hermanos Yanac, cuyos merecimientos son mayores si se tiene en cuenta que sus logros han sido frutos exclusivos de de su propio esfuerzo, pues no contaron con apoyo del Estado ni los municipios que debieron hacerlo.
Sin embargo, la gloria alcanzada por ellos constituye también un patrimonio de Huaraz, ya que los otros integrantes del equipo de montañistas eran naturales del lugar. Los medios de comunicación no conocían o no quisieron poner en claro que los hermanos Yanac eran oriundos de Cajatambo y, todos creían, como hasta ahora, que ellos también eran huaracinos.
A los Cajatambinos de hoy nos toca levantar nuestra voz para decirle al país entero y al mundo, especialmente a los amantes de este deporte, que el prestigio ganado por Apolonio, Pedro y Guido pertenecen a su familia y al pueblo de Cajatambo, por ser la cuna de tan excepcionales deportistas y por ser el escenario de sus primeras prácticas en el deporte del andinismo. Rescatemos pues para Cajatambo la gloria alcanzada y el buen nombre de estos hermanos Yanac.
Séanos permitido dirigirnos a Nabor y Leoncio Yanac, hijos de Apolonio, así como a sus otros familiares decirles que no es tarde para rememorar y sacar lustre de ese magnífico y espectacular triunfo; pero también decir que es oportuno para rescatar su memoria y gloria para Cajatambo, en donde se debería erigir un monumento de diseño apropiado. En otras partes levantan monumento a un sombrero, una guitarra, un arado, etc. Nosotros tenemos un motivo loable.
Sin embargo, la gloria alcanzada por ellos constituye también un patrimonio de Huaraz, ya que los otros integrantes del equipo de montañistas eran naturales del lugar. Los medios de comunicación no conocían o no quisieron poner en claro que los hermanos Yanac eran oriundos de Cajatambo y, todos creían, como hasta ahora, que ellos también eran huaracinos.
A los Cajatambinos de hoy nos toca levantar nuestra voz para decirle al país entero y al mundo, especialmente a los amantes de este deporte, que el prestigio ganado por Apolonio, Pedro y Guido pertenecen a su familia y al pueblo de Cajatambo, por ser la cuna de tan excepcionales deportistas y por ser el escenario de sus primeras prácticas en el deporte del andinismo. Rescatemos pues para Cajatambo la gloria alcanzada y el buen nombre de estos hermanos Yanac.
Séanos permitido dirigirnos a Nabor y Leoncio Yanac, hijos de Apolonio, así como a sus otros familiares decirles que no es tarde para rememorar y sacar lustre de ese magnífico y espectacular triunfo; pero también decir que es oportuno para rescatar su memoria y gloria para Cajatambo, en donde se debería erigir un monumento de diseño apropiado. En otras partes levantan monumento a un sombrero, una guitarra, un arado, etc. Nosotros tenemos un motivo loable.
3 comentarios:
Gracias por preservar para la posteridad esta importante hazaña, cuyos detalles tan bien relatados nos llenan de emoción y orgullo. Le pido permiso pará compartirlo, solo si obtengo su aprobación.
Gracias por preservar para la posteridad esta importante hazaña, cuyos detalles tan bien relatados nos llenan de emoción y orgullo. Le pido permiso pará compartirlo, solo si obtengo su aprobación.
El que admira a la familia Yanac es Leonardo Yupanqui Aranda, amigo de Cesar
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