Disculpen esta pequeña digresión, que lo hacemos como un marco referencial, precisamente para mencionar dos nombres de magníficos maestros de la promoción de 1954, de la Escuela Pre-vocacional N° 371, ubicada en la Torre, de la ciudad de Cajatambo, nos referimos a los profesores Javier Olivares Jimenez (padre),de segundo año de primaria y Emiliano Arias Miranda de cuarto y quinto año. Unos verdaderos maestros. Con suficientes conocimientos de las materias que trataban y un dominio total de la didáctica, ambos formados en universidades, que en esos tiempos habían solo de los buenos.
Nosotros en nuestra condición de alumnos notamos la abismal diferencia entre los mencionados y otros que se desempeñaban "enseñando" en otros grados o años, de los cuales no vamos a dar sus nombres, bástenos con decir un ejemplo: un profesor, foráneo él, que decía enseñar mecánica hablaba de maleabilidad de metales, de moléculas y cosas así. El alumno Leoncio Cabello le sugirió hacer cosas prácticas y útiles, para lo cual debíamos aprender fundición de metales, ya que la escuela contaba con una fragua. El profesor Hipólito aceptó la sugerencia pero nada sabía al respecto y este discípulo, hijo de un artesano en herrería y joyería nos enseñó al profe y a nosotros las nociones y las técnicas, de fundición y fabricación de medallas, insignias, anillos adornos de bronce y cobre, de manera práctica.
Otra anécdota que debe tomarse en cuenta, con relación a profesores que no desean ser evaluados, es que había en Cajatambo cuatro hermanos que no tenían ninguna preparación para ejercer la docencia pero se desempeñaban como maestros, dos de ellos en la Torre, escuela de varones y una en la de mujeres y el cuarto en un distrito. Los dos que se desempeñaban en la 371, en sus horas libres permanecían en las cantinas. Estos dos hechos, correspondientes a dos modos de ser y ejercer la docencia me dan ánimo para rendir mi permanente gratitud y reconocimiento a mis maestros Javier Olivares y Emiliano Arias, verdaderos maestros dentro y fuera de las aulas.
Nosotros en nuestra condición de alumnos notamos la abismal diferencia entre los mencionados y otros que se desempeñaban "enseñando" en otros grados o años, de los cuales no vamos a dar sus nombres, bástenos con decir un ejemplo: un profesor, foráneo él, que decía enseñar mecánica hablaba de maleabilidad de metales, de moléculas y cosas así. El alumno Leoncio Cabello le sugirió hacer cosas prácticas y útiles, para lo cual debíamos aprender fundición de metales, ya que la escuela contaba con una fragua. El profesor Hipólito aceptó la sugerencia pero nada sabía al respecto y este discípulo, hijo de un artesano en herrería y joyería nos enseñó al profe y a nosotros las nociones y las técnicas, de fundición y fabricación de medallas, insignias, anillos adornos de bronce y cobre, de manera práctica.
Otra anécdota que debe tomarse en cuenta, con relación a profesores que no desean ser evaluados, es que había en Cajatambo cuatro hermanos que no tenían ninguna preparación para ejercer la docencia pero se desempeñaban como maestros, dos de ellos en la Torre, escuela de varones y una en la de mujeres y el cuarto en un distrito. Los dos que se desempeñaban en la 371, en sus horas libres permanecían en las cantinas. Estos dos hechos, correspondientes a dos modos de ser y ejercer la docencia me dan ánimo para rendir mi permanente gratitud y reconocimiento a mis maestros Javier Olivares y Emiliano Arias, verdaderos maestros dentro y fuera de las aulas.
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